miércoles, 22 de enero de 2020

Cuando tu eres la silla vacia

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¡Hola lectores! Todos hemos experimentado esa sensación, llega una fecha especial, todo el mundo se reúne (amigos,familia etc), pero nuestros ojos se van solamente a esa silla que falta, el hueco vacío que nos dice que alguien no está ahí, bien por que se marchó, o bien por que se murió. al principio solo es uno, luego son dos, y su número va creciendo con los años, cuando los caminos de la vida nos van llevando cada vez más lejos. Hoy quiero contemplar el tema desde un punto de vista diferente, hoy me gustaría darle una vuelta a la sartén y hablar desde el otro lado, cuando tú eres el ausente ¿lo has pensado alguna vez? Siéntate en la silla y comencemos: ¿qué hacer cuando tú eres la ausencia?.

Al igual que todo el mundo, tuve entre mis experiencias de infancia ver a toda mi familia junta cuando nos veíamos en ocasiones especiales, días en los que incluso nos preguntábamos si de verdad éramos familia de tanta gente, y sin embargo un día aparece esa visita a la que nadie quiere invitar pero que siempre acaba apareciendo, la muerte y, como a todos, nos llegó el momento de lidiar con ella y aprender a convivir con ella, superarla y aceptarla, ahí es cuando nos encontramos por primera vez con la silla vacía, que al principio se sigue poniendo, pero que tarde o temprano acaba ocupando otro familiar, porque es necesario dejar las cosas atrás para que la gente pueda seguir adelante, aunque en los años venideros tú seguirás fijándote en ese hueco que para ti es tan evidente pero para los demás parece no existir, y donde cada vez hay más nombres, sean los que partieron a ese lugar del que nadie vuelve o ese primo que se ha ido a trabajar a otro país, tu hermana que se ha casado y ahora se va con sus suegros o lo que sea, y aún así hasta tú lo acabas superando, lo que no quita que sigas pronunciando esos nombres como si fuera una oración para traerlos de vuelta por ensalmo.

Y, sin embargo, hay algo que nunca has llegado a meditar (o quizás sí) y es lo siguiente ¿qué se siente en el otro lado?¿qué siente el ausente, el que se va lejos? Sabemos que los difuntos nunca se van realmente, pero ¿cómo se siente el que no puede volver a casa y debe vivir solo con el recuerdo?  Yo nunca me lo había planteado, uno de los motivos que tuve para hacer el viaje a Atenas fue que estaba harto de despedidas, de ser siempre el que agita el pañuelo y se pregunta si volveré a ver a mi amigo, a mi hermana o a mi tío. Admito que al principio estaba demasiado en shock para pensarlo y que la ciudad de Pericles me cegó con sus maravillas y no me di cuenta al principio, hasta que se acercan ciertas fechas, Samhaim, cumpleaños, aniversarios  y finalmente las navidades. La 1º vez, el año pasado, fue un gran golpe psicológico y me costó bastante sobrellevarlo, y sin embargo lo hice, aunque necesité volver para ello, este año ya me lo esperaba y cuando llegó ese sentimiento para el que no tengo nombre aún, le abrí la puerta grande y ya le tenía preparada una cerveza y una silla vacía, había una conversación pendiente, y creedme, la tuvimos y bien tenida, aun no tengo nombre y describirla es difícil, pero quienes la conocéis sabéis de qué hablo, es una sensación extraña, una nada que se apodera de todo,  una pregunta sin respuesta, ¿se fijarán en tu silla vacía? ¿o ya habrán seguido adelante? ¿cómo se sentirá tu ausencia? Al principio os llamáis y parece que hoy en día con internet no hay distancias, pero con el paso de los días el trabajo (o la búsqueda de uno) y la vida diaria va haciendo que sea mas difícil la comunicación, en tu lugar de origen la gente sigue su vida, o eso parece, has dejado de ser una silla vacía en las reuniones y quedadas. Ahora te toca a ti seguir adelante y, créeme, incluso tú lo superarás por que ahora eres más fuerte.


Y tal y como dije una vez, los caminos transcurren hacia delante y nunca hacia atrás. Me toca de nuevo decir adiós y hasta el próximo encuentro, como siempre digo, Ambulare, Respice, Memento.

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